📘 La religión en Cuba y el Papa: claves de una transformación histórica

La religión en Cuba ha vivido una compleja relación con la Revolución de 1959. Hoy, tras décadas de silencio, la figura del Papa Francisco marca un nuevo capítulo en la historia espiritual del país. Desde una mirada sin fe pero con perspectiva, analizo cómo se ha transformado esta relación entre la Iglesia, el Estado y el pueblo.

Introducción: Una Cuba entre la fe y la revolución

Hablar de religión en Cuba es sumergirse en una historia de silencios, resurgimientos y cambios profundos. No es un relato lineal, sino uno que ha oscilado entre la represión estatal y la tolerancia, entre la invisibilización ideológica y la influencia diplomática. Uno de los grandes catalizadores de esta transformación, sin duda, ha sido la figura del Papa, en especial Francisco, cuyo papel como puente entre el Vaticano y la isla ha tenido repercusiones notables.

Desde mi perspectiva, como alguien que ha vivido este proceso desde una posición atea, es fascinante observar cómo la religión, que durante décadas fue marginalizada por el discurso revolucionario, ha vuelto a ganar espacio en la vida pública y privada de los cubanos. En este artículo no hablaré desde la fe, pero sí desde la observación crítica y la experiencia personal de haber vivido en un país que ha visto mutar su relación con lo espiritual.


Historia de la religión en Cuba: Del silencio al renacimiento

La historia religiosa de Cuba es tan compleja como su política. Antes de 1959, la Iglesia Católica tenía una presencia significativa en la sociedad cubana, aunque no necesariamente dominante. Sin embargo, tras la Revolución, el nuevo régimen impuso una visión marxista que veía a la religión como un residuo burgués y, por tanto, incompatible con el proyecto socialista.

Durante décadas, la práctica religiosa en Cuba fue empujada a las sombras. Ser creyente no solo era mal visto, sino que podía cerrarte puertas: oportunidades laborales e incluso posiciones de responsabilidad dentro de la comunidad eran negadas por el simple hecho de tener fe. Las iglesias se vaciaron poco a poco, abandonadas tanto por los fieles como por los recursos. Sus instalaciones se deterioraron sin mantenimiento alguno, y muchos sacerdotes no tuvieron otra opción que exiliarse. Otros, con coraje y discreción, decidieron quedarse y resistir en silencio, entre rezos clandestinos y misas semiclandestinas.

En lo personal, crecí escuchando relatos de mis abuelos que, por miedo a represalias, dejaron de asistir a misa. No porque hubieran perdido la fe, sino porque sabían que en una sociedad vigilada, cualquier acto religioso podía ser interpretado como una afrenta ideológica. La religión no estaba prohibida por ley, pero las estructuras de poder la reprimieron con eficacia: desde el discurso oficial hasta la vida cotidiana.

A partir de los años 90, con la crisis económica del «Período Especial», el Estado comenzó a flexibilizar su postura. Fue un punto de inflexión. Se permitió la entrada de ayuda humanitaria de grupos religiosos y, lentamente, la Iglesia volvió a tener un rol más activo en la sociedad. Sin embargo, no fue hasta la llegada de Juan Pablo II en 1998 —la primera visita papal a la isla— cuando el cambio fue realmente visible.


El papel del Papa Francisco en la apertura espiritual de Cuba

Aunque Juan Pablo II abrió el camino, fue el Papa Francisco quien consolidó la reconciliación entre la Iglesia y el Estado cubano. Su visita en 2015 fue más que una ceremonia religiosa; fue un acto político de alto nivel. Francisco, con su estilo cercano y su enfoque social, conectó con una población que había sido históricamente escéptica, y también con una dirigencia que buscaba legitimar una imagen más abierta hacia el mundo.

A diferencia de otros pontífices, Francisco se ha mostrado comprometido con los más vulnerables. Para mí, que no profeso ninguna religión, esa actitud ha sido admirable. En un mundo donde el poder religioso muchas veces se ha aliado con el poder político para oprimir, el enfoque pastoral y empático de Francisco representa una ruptura.

Durante sus encuentros con autoridades cubanas, el Papa no solo habló de espiritualidad, sino también de perdón, reconciliación, justicia social y diálogo. Fue mediador entre Cuba y Estados Unidos en el restablecimiento de relaciones diplomáticas, una gesta que trascendió lo religioso. Y eso ha tenido un impacto directo: hoy, en Cuba, se habla de religión con menos miedo y más naturalidad.


¿Cómo ha cambiado el Estado cubano frente a la Iglesia?

El cambio en la relación entre el Estado cubano y la Iglesia no ha sido súbito, pero sí notorio. La Constitución de 1992 eliminó la referencia al carácter ateo del Estado, pasando a uno «laico», lo cual abrió la puerta a una mayor libertad religiosa. Desde entonces, y con más fuerza tras las visitas papales, las religiones han recobrado presencia.

En la Cuba actual, el gobierno permite la reconstrucción y reparación de iglesias, autoriza procesiones, y se realizan eventos religiosos incluso con cobertura mediática estatal. Esto, décadas atrás, habría sido impensable. La figura del Papa, en especial Francisco, ha sido instrumental para que esta apertura ocurriera.

Yo mismo he observado cómo muchas personas de mi entorno, que durante años no hablaban abiertamente de su fe, ahora asisten a iglesias, celebran festividades religiosas e incluso se involucran en actividades comunitarias dirigidas por grupos religiosos. Como ateo, no comparto sus creencias, pero sí reconozco el derecho a practicarlas libremente. Esa transformación no habría sido posible sin un giro desde lo más alto del poder.


Libertad religiosa en la Cuba actual: ¿realidad o maquillaje?

Aunque los avances son claros, no todo es luz. En muchos casos, la «apertura religiosa» en Cuba convive con formas de control y vigilancia que se remontan al pasado. Las iglesias aún deben solicitar permisos para muchos de sus actos, y las denominaciones que son más activas políticamente, como algunas iglesias evangélicas independientes, enfrentan obstáculos.

Además, existe una estrategia de cooptación. El gobierno ha desarrollado vínculos con sectores de la Iglesia que le son leales o que prefieren mantener una postura «no conflictiva». Esto crea tensiones dentro del propio ámbito religioso, donde algunos prefieren callar y otros asumen un papel más crítico.

Desde mi visión personal, la libertad religiosa actual en Cuba es una conquista parcial. Está en proceso. Ha avanzado mucho respecto a los años de discriminación abierta, pero aún falta que esa libertad se desarrolle sin condicionamientos políticos. Que no se tolere solo lo que conviene.


La religión vista desde la objetividad: una mirada sin fe pero con perspectiva

Vivir este proceso desde fuera de la fe me ha permitido observarlo con una mezcla de distancia y empatía. Si bien nunca he participado en eventos religiosos ni en visitas papales, he sido testigo del efecto que tienen en muchas personas. La espiritualidad, cuando no se convierte en fanatismo ni en instrumento de poder, puede ser una fuente de consuelo, identidad y comunidad.

Mi postura como ateo no me impide reconocer que el cambio en la relación entre el gobierno y las religiones en Cuba ha sido positivo para la diversidad ideológica del país. Durante años, profesar una religión era casi sinónimo de traición a la revolución. Hoy, en cambio, la pluralidad de creencias comienza a verse como un derecho más.

Ese cambio no ocurre solo por voluntad estatal ni por la presión internacional. Tiene mucho que ver con el papel de figuras como el Papa Francisco, que desde una posición de respeto mutuo ha logrado que la espiritualidad vuelva a ser parte de la estructura social cubana.


Conclusión: Más allá de la fe, hacia una sociedad más plural

La evolución de la religión en Cuba no es solo una historia de alta diplomacia o de visitas papales. Es, sobre todo, una historia de transformación social. De silencios impuestos que dieron paso a voces que se atreven a rezar en voz alta. De un Estado que aprendió a tolerar, y de una sociedad que vuelve a redescubrir lo espiritual.

Como alguien que ha observado este proceso sin participar en él, valoro especialmente que la fe, como cualquier otro derecho humano, pueda practicarse libremente. Y si bien aún hay obstáculos que vencer, es innegable que la figura del Papa Francisco ha sido clave para que el diálogo, la reconciliación y la libertad religiosa ganen terreno en la Cuba de hoy.

Religión, Estado y pueblo están aprendiendo a coexistir. Y eso, para una isla con tantas heridas abiertas, ya es un gran paso hacia una sociedad más plural y menos dogmática.


🙋 Preguntas frecuentes sobre la religión en Cuba y el Papa

❓ ¿Está permitida la religión en Cuba actualmente?

Sí, en la Cuba actual la práctica religiosa está permitida legalmente. Desde la reforma constitucional de 1992, el país pasó de ser oficialmente ateo a un Estado laico, lo que abrió la puerta a una mayor libertad de culto. Sin embargo, algunas restricciones aún persisten en términos de permisos y control institucional.


❓ ¿Qué papel ha tenido el Papa Francisco en Cuba?

El Papa Francisco ha sido clave en la mejora de las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado cubano. Su visita en 2015 fortaleció el diálogo interreligioso, impulsó la apertura del gobierno hacia la fe y fue un puente diplomático en el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos.


❓ ¿Qué religiones se practican en Cuba hoy?

En Cuba se practican diversas religiones, siendo el catolicismo la más tradicional. También tienen fuerte presencia el protestantismo, los cultos afrocubanos como la santería, el espiritismo, y en menor medida, el islam, el judaísmo y el budismo. La libertad religiosa ha permitido el resurgimiento de muchas prácticas de fe.


❓ ¿Fue alguna vez ilegal ser religioso en Cuba?

No. La religión nunca fue ilegal como tal, pero durante décadas, especialmente tras la Revolución de 1959, los creyentes fueron marginados, perseguidos o excluidos de oportunidades profesionales. La práctica religiosa estuvo fuertemente reprimida, aunque no oficialmente prohibida.


❓ ¿Qué cambios trajo la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba?

La visita del Papa Juan Pablo II en 1998 fue histórica: marcó el fin del aislamiento de la Iglesia Católica en la isla y abrió un nuevo capítulo en la relación entre la Iglesia y el gobierno. A partir de ese momento se empezaron a ver celebraciones religiosas públicas y un aumento en la tolerancia institucional.


❓ ¿Puede un ateo hablar con autoridad sobre religión en Cuba?

Sí. Ser ateo no impide tener una visión objetiva e informada sobre los procesos sociales, culturales y políticos que rodean la religión. De hecho, una perspectiva externa puede ofrecer análisis imparcial sobre la evolución de la fe y su rol en la sociedad cubana.


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